Por Julieta Bassi
La huelga de inquilinos comenzó a mediados del año 1907, la población de Buenos Aires se vio afectada por un fuerte aumento de los alquileres. Se le agregaron las malas condiciones de los conventillos, lo que produjo una huelga histórica. Los principales actores fueron, las mujeres, niños y los inquilinos de conventillos, hoteles familiares.
Durante décadas, Argentina se caracterizó por déficits estructurales de vivienda en términos de cantidad y calidad. Una de las consecuencias es la expansión de cientos de barrios de emergencia, y cada vez más personas viven en condiciones que no conducen al desarrollo de una vida digna y saludable. Sigue pasando ya que hay situaciones de alquiler en las cuales en algunos barrios hay conventillos y “Barrios Populares”, que al no tener contrato entre inquilino-propietario se pueden dar aumentos de alquileres en cualquier momento, también malas condiciones en la propiedad y sin servicios públicos eficientes (luz, gas, agua). En los barrios populares las familias viven hacinadas en casas muy pequeñas en las que deben convivir muchas personas.
Las organizaciones sociales apoyan el funcionamiento de los comedores populares. Necesitan la ayuda y el cuidado del estado para continuar. Dada la imposibilidad de ir a trabajar para la gran mayoría de los trabajadores, la demora en los pagos podría conducir a desalojos ilegales en los barrios populares.
La crisis de COVID-19 afectó particularmente a los barrios populares porque durante el aislamiento, era casi imposible para los habitantes cumplir con las recomendaciones de higiene (debido al hacinamiento de las casas, sus malas condiciones y la falta de agua potable y saneamiento). Estos factores llevaron a un aumento en la infección de estas personas.
El Gobierno describió la estrategia de “Aislamiento en el barrio”, y un plan llamado el Barrio cuida al Barrio, que estableció el comité de emergencia social del vecindario y estableció participantes sociales en el país y buscó establecer mecanismos. Protección de alimentos e higiene. El plan prevé el establecimiento de una serie de infraestructura social en la segunda fase, que permitirá a las personas mejorar la infraestructura barrial y crear oportunidades de empleo e ingresos para sus habitantes.
La mayoría de la población que vive en villas, alquila en el mercado informal. Se pagan precios cercanos al del mercado formal de alquileres pero debido a la falta de documentación legal, no brindan seguridad. Y Como no tienen contrato, si no pagan a tiempo, pueden ser desalojados el mismo día.
Las organizaciones sociales siempre tuvieron un rol fundamental ayudando a los más necesitados. Básicamente, las mujeres de los barrios se comprometieron en este trabajo enorme e invisible. Las mujeres trabajan todos los días, haciendo ollas en los barrios, llevando comidas a las personas mayores o de riesgo mientras siguen sosteniendo las tareas vinculadas a sus propios hogares y familias.
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