GHpartir de las 00hs de mañana deberán someterse al aislamiento social preventivo y obligatorio, esto quiere decir que a partir de ese momento nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas.
Fue lo que decretó aquel 19 de marzo el Presidente Alberto Fernandez, como media para intentar frenar el avance de la pandemia de Covid19 en nuestro país. Me acuerdo muy bien cuando lo vi por televisión ese día, estaba esperando preocupada que llegara mi mamá con el novio de Morón, que venia con apenas un par de mudas de ropa para pasar en la casa con nosotros, lo que se calculaba que serian 11 días de cuarentena. O al menos eso pensamos al principio.
Lo vi como algo que iba a ser un poco embole pero que iba a poder pasar tranquilamente, serían sólo unos días de encierro y encima no había que ir al colegio. Con mis amigas todavía hablábamos de lo bien que la habíamos pasado en el Upd (Ultimo Primer Día) esa semana y que este año iba a ser el mejor de todos, con todas las fiestas de egresados, incluyendo la nuestra, la cual ya habíamos empezado a averiguar lugares y precios y que si todo salía bien, en verano iba salir viajecito a la costa.
Todo parecía una especie de película de terror de zombies por el ambiente que se vivía en las calles que nunca había visto tan vacías y tristes, y el miedo que veía en los ojos de las caras tapadas por barbijos de las personas. Sólo podían estar abiertos locales de primera necesidad, como los supermercados y farmacias. Me acuerdo que al igual que en una apocalipsis zombie, los supermercados se encontraban desabastecidos por la cantidad de gente que compraba y compraba como si se tratara del fin del mundo y que salia en todos los canales la falta de alcohol en gel y ¿papel higiénico? Sí, la gente vio primordial vaciar las góndolas del papel higiénico.
En fin, los días pasaron y fue inevitable el primer comunicado del presidente de que la cuarentena se iba a extender. Sin saberlo, estábamos ante el inicio de una serie de prolongaciones del aislamiento que parecían no tener fin, hasta ese entonces.
Ya se había creado un blog del colegio para continuar de forma virtual las clases, como la gran mayoría de los colegios tuvo que hacer, para evitar que nos atrasemos y para que cuando volvieran las clases presenciales estemos todos al día. Esto trajo algunos conflictos porque lamentablemente no todxs lxs chicxs tienen la posibilidad de tener conexión en sus casas o computadoras y se les dificultó bastante poder seguir el hilo de las clases y entregar los trabajos.
Era el 30 de marzo y Argentina confirmaba 146 nuevos casos, siendo hasta entonces un total de 966 en todo el país y 24 fallecidos. La cartera sanitaria había informado la muerte de dos hombres de 67 y 58 años en la provincia de Buenos Aires y una mujer de 77 años en Tucumán. Me preocupaban mis abuelos, ellos eran después de todo los más expuestos, los de riesgo. Por suerte mi abuela estaba un poco más canchera con el celular y ya le había agarrado la mano al WhatsApp. Tratábamos de hacer videollamada por los menos dos o tres veces por semana, porque la extrañaba mucho y las tardes de mate mientras ella me contaba alguna anécdota de cuando viajo a tal lugar o cuando perdió a mi mamá en un Shopping de Brasil cuando tenia 4 años, cada vez me hacían más falta.
En casa nos peleábamos por sacar a pasear a mi perro, porque era la única manera de poder salir a caminar y tomar aire fresco sin tener que ir con una bolsa de supermercado, simulando que ibas a comprar y sólo dabas un par de vueltas a la manzana para escapar aunque sea un ratito del encierro, que cada vez se hacía más pesado.
Los días siguieron pasando y ya estábamos a un mes del inicio del aislamiento. El ministro de Salud decía que la evolución de este primer mes había sido buena porque la cantidad de casos había bajado y teníamos menos muertes que la semana pasada.
Me costaba mucho poder hacer las tareas que me mandaban del colegio, sinceramente no me sentía de humor y la ansiedad y el estrés no me permitían concentrarme. Sin embargo pude hacer mantener durante un tiempo la entrega de algunos trabajos para algunas materias.
No estaba pudiendo establecer alguna rutina y eso me estaba afectando, aunque no sea de ese tipo de personas rutinarias. Mi día empezaba a la 1 o 2 de la tarde, después de haber estado despierta toda la noche. Me levantaba de mal humor o triste y sin energías para hacer nada. Esa monotonía que se mantenía todos los días de a poco me empezaba a enloquecer.
Los días pasaban lentamente. En la televisión sólo hablaban de política, y de una grieta que cada vez era peor. Eran todas malas noticias o discusiones a los gritos entre oficialistas y la oposición que me hacían doler la cabeza.
27 de mayo. Era el cumpleaños de mi mamá. Ella había perdido la apuesta que habíamos hecho sobre si la cuarentena iba seguir hasta su cumpleaños. Nunca había pasado un cumpleaños en cuarentena, y sinceramente la pasamos bien, por los menos había sido un día distinto al resto y eso lo volvía más interesante. Comimos torta y a la noche festejamos tomando algo y escuchando música.
Hasta ese momento, teníamos 13.228 casos de infectados y casi 500 muertos. El panorama era bastante triste, pero había una pequeña esperanza: la Organización Mundial de la Salud (OMS) tenía en registro hasta 124 vacunas en investigación en todo el mundo para comprobar su eficacia y prevenir la enfermedad por Covid19. De esas 124, 10 proyectos se encontraban en fase clínica, es decir con ensayos en humanos. Todxs estábamos a la espera desesperada por la vacuna.
Me logré poner una meta, aprender a cocinar. Con la ayuda de mi tío cocinero, a través de largas y divertidas videollamadas, pude hacer mi primer bolognesa. No estaba del todo buena y me había pasado un poco con la sal, pero igual todos me dijeron que estaba bastante bien para ser la primera vez que cocinaba. Con los días fui perfeccionando mi técnica y ya hasta me salía de memoria. Me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba cocinar y por los menos iba a salir de esta cuarentena aprendiendo a hacer algo más que salchichas.
En la televisión estaba Alberto, junto al gobernador de la provincia de Buenos Aires Kicillof y el jefe de gobierno de la Ciudad Larreta. Estaban nuevamente anunciando la nueva extensión de la cuarentena, que seria hasta el siguiente 28 de Junio. El presidente hacía especial hincapié en la responsabilidad social, fundamentalmente de las zonas que tenían más contagios, como lo eran el Área Metropolitana de Buenos Aires, Resistencia, Gran Córdoba, algunas partes de Río Negro y Trelew. En 18 provincias no había circulación del virus, es decir que el 85% del país había logrado contener el virus.
A esa altura ya estaba un poco más retraída, hablaba muy poco con mis amigxs y ni siquiera usaba las redes. Tampoco Netflix, que era lo que mantenía entretenido a la mayoría, porque me cuesta mucho engancharme a ver series, no sé me cuesta seguirlas y si son muy largas ni me gasto en empezarlas.
Por otro lado, se encontraba el dengue. Pronto se empezó a hablar en los medios del coronavirus como la “enfermedad de ricos” y el dengue como la “enfermedad de pobres”. Para sumar otra desgracia a la lista de este 2020, el brote de dengue de este año es 10 veces superior a los años anteriores, identificando casi 6500 casos en la Ciudad. En Capital Federal, los barrios más afectados eran Flores, Parque Chacabuco, Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano, siendo muy afectadas la Villa 1-11-14, Ciudad Oculta y los Pilotones, ya que por las características sociales que tiene el dengue, los barrios vulnerables son los que lamentablemente se ven más afectados por la mayor presencia de materiales que acumulan agua, generando criaderos de mosquitos y aumentando el riesgo.
Estábamos a 20 de julio, ya iba como 4 meses, yendo de la cama al living. Se me había pegado ese tema de Charly, y creo que representaba mucho como me estaba y venía sintiendo todo ese tiempo. Por un lado, se esperaba una disminución de los casos de dengue por la llegada del invierno, pero por el otro se venía la etapa más dura para enfrentar el Covid.
En mi casa el encierro, la histeria y ansiedad de todos ya se estaba empezando a tornar insoportable. A veces las discusiones no parecían tener final y siempre eran por lo mismo. El mal humor a las mañanas era contagioso y llegaba un punto que ninguno de los cuatro (yo, mi hermano, mi mamá y el novio) teníamos ganas de vernos las caras. Tratábamos de entender y bancar cuando alguno no tenía un buen día, pero hay veces que los cuatro nos levantábamos cruzados y la convivencia se terminaba haciendo muy difícil y agotadora.
En un intento de despejarme y distraer la mente, me puse a leer algunas de las tantas teorías conspirativas que la gente creaba, ya sea por mero entretenimiento o con un intento de difundir pánico y paranoia en la gente. Apenas se estaban dando los primeros casos de virus en China, ya estaban estas teorías por todos lados, pero nunca les había prestado mucha atención. Una de las más conocidas es la que habla del coronavirus como arma biológica, creada por los chinos y que por un accidente, por un error fue esparcida en la población y desencadenando todos los contagios. A raiz de esta teoría, se crearon muchísimas noticias falsas, con el fin de aterrorizar y poner paranoica a la gente.
Mes de Agosto: el país registra un total de 342.154 pacientes infectados, 6.985 fallecidos y 251.400 recuperados. Las provincias o distritos con mayor número de casos son: Buenos Aires con 212733 casos, CABA con 84919 casos y Jujuy con 6274 casos. A pesar de la plena etapa de crecimiento de los contagios por coronavirus, mucha gente impulsada por el partido del PRO, se concentró en el Obelisco y zonas cercanas para protestar por la cuarentena y fundamentalmente, por el gobierno.
Veo por la televisión, que se trata en su mayoría, de gente mayor, lo cual preocupa porque se supone que son los que más se deberían cuidar, y bajo ningún punto de vista estar en una marcha. No respetan el distanciamiento, tienen mal puesto el barbijo, y hasta en algunos casos ni el barbijo tienen puesto. Pero la indignación mayor fue cuando vimos un video que se había viralizado en el que hacían una “quema de barbijos”. Cero empatía por el resto, cero solidaridad, cero comprensión de la tragedia que nos rodea.
Entro al blog del colegio en la noche, cuando mejor me puedo concentrar, y me doy cuenta que tenía trabajos atrasados de todas las materias. Me agobie y me frustre bastante, porque no podía creer como me estaba costando ponerme las pilas con mis responsabilidades.
Extrañaba mucho a mis amigxs. Se venía mi cumpleaños en septiembre, y me ponía triste la idea de que no iba a poder festejarlo con mis amigas, ir a un bar, juntarnos en mi casa, ir a comer una pizza o simplemente tomar mates en el parque. Me di cuenta lo mucho que extrañaba ir al colegio, desde tener que fumarme las clases de matemática hasta quedarme charlando con mis amigxs en los recreos mientras tomábamos mate escuchando música y jugando al truco.
Noto que la ansiedad y el estrés estaban afectándome físicamente. Se me estaba cayendo más pelo del normal, tenía constantes migrañas y era cada vez más frecuente que me faltara el oxígeno a cualquier hora del día. Sentía como me empezaba a faltar el aire y entraba en un estado de desesperación tan grande, que tenía que llamar a mi mamá para que me ayudara a calmarme y pensara en otra cosa. Llegue a vomitar varias veces por las nauseas que me daban.
Estábamos en septiembre, cerca de la fecha en que mi mamá cobraba el IFE. La situación económica era cada vez peor, y en mi casa se sentía cada vez más. Estábamos a casi medio año de la llegada del virus a Argentina, y según una encuesta que encontré en una página de Internet, el 57% de los argentinos está más preocupado por las consecuencias económicas de la pandemia y la cuarentena que por infectarse con el virus (28.9%)
Lamentablemente la gente que menos tiene es la que más está sufriendo, esta pandemia causó inevitablemente que la pobreza en este 2020 se ubique 5,5 puntos por encima que el año pasado. De los 45 millones de argentinos y argentinas, más de 11 millones se encuentran en situación de pobreza. Sin embargo concuerdo con lo que dijo Alberto Fernández, la pobreza hubiera sido peor si el Estado no hubiera auxiliado como lo hizo durante la pandemia.
Llega octubre y con el un poco más de libertad: me levanto con un mensaje de mi amiga Sabi, que me decía que en el bar de su mamá ya podía comer la gente adentro. Es verdad que hace un poco de días antes que todo ya se había relajado un poquito más pero ya era oficial, el jefe de gobierno de la Ciudad, Horacio Larreta, lo había confirmado en el anuncio que hizo el 23 de octubre. Desde el lunes la ciudad iba a dar un paso hacia la “nueva normalidad”, que era una nueva fase de flexibilización del aislamiento que incluirá actividades educativas de revinculación y cierre del año lectivo en las escuelas, habilitación de salones internos en bares y restaurantes, apertura de ferias, gimnasios, natatorios y museos y permiso de reuniones pastorales.
En bares y restaurantes se iba a poder abrir los salones internos con una ocupación máxima de hasta el 25% de su capacidad, al igual que los gimnasios. También iban a habilitar piletas de natación al aire libre, ferias y los casamientos civiles. Además de las reuniones de hasta 10 personas.
Finalmente vuelvo a reencontrarme con mi abuela, nunca me voy a olvidar que cuando me vio se le cayeron un par de lagrimas que enseguida me hicieron llorar a mi también
de la emoción y felicidad.
Pude reencontrarme con mis amigas que, con las debidas precauciones pudimos ir a un bar y festejar porque nos volvíamos a ver después de casi 7 meses de encierro y angustia. Y experimente la rara sensación de tomar mate con otra persona versión Covid, osea, yo con mi mate y mi amiga con el suyo.
Noviembre:
Durante la presentación de la nuevas medidas sanitarias el presidente anunció que el Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (DISPO) se extenderá en todo el país, salvo en las ciudades de Bariloche, Río Negro, y Puerto Deseado, Santa Cruz. En dicha fase se permiten las siguientes actividades: Mayor flexibilidad para reuniones sociales en domicilios privados, actividades deportivas grupales amateur, eventos públicos con capacidad limitada y protocolos sanitarios, entre otras. Además Fernández señaló que en las últimas semanas se vio “una clara mejoría” de la situación epidemiológica tanto en el AMBA como en las provincias y que la cantidad de contagios cayeron un 30% así como también los fallecimientos.
El panorama se ve completamente distinto, por suerte la situación esta aflojando y podemos dar un respiro y relajarnos después de un año tan distinto y cargado de malas noticias. Estamos por ingresar a una nueva forma de seguir viviendo, porque lo cierto es que hasta que no haya una vacuna esto va a seguir presente, aunque mucha gente piense que no hay más virus y ande como si nada.
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