Por fin terminas el Colegio Secundario. Empiezas el año 2020 con todas las pilas. Te inscribís en el CBC, te invade la ansiedad, en solo unas semanas comienza la cursada, Priscila Salinas nos cuenta que desea estudiar la carrera de Diseño e Indumentaria.
Para sorpresa de todos, de un día para otro, todo cambio. En todas las noticias y redes sociales solo se hablaba sobre el coronavirus. En un comienzo parecía afectar solo a China y algunos países europeos, pero finalmente se convirtió en una pandemia que alcanzó a todo el mundo. La incertidumbre y el pánico están a la orden del día. Cómo evitar el contagio, qué medidas tomar para no contagiarse, cuántos infectados, muertos y recuperados a nivel mundial, es de lo que más se habla. Luego el 17 de marzo de 2020 el presidente de la Nación decreta el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), para evitar la circulación y el contagio del virus Covid -19.
Priscila nos cuenta que sus días eran movidos, siempre tenía algo para hacer mientras llegaba la fecha de inicio de clases. Se levantaba temprano, llevaba a su hermanita al colegio. Ayudaba a su mamá con los quehaceres de la casa y los trámites. Hasta que llegó el COVID-19 o CORONAVIRUS, como prefieran llamarlo. En un principio parecía algo ajeno a ellos. Cuando se declaró la cuarentena todo dio un giro de 180º. La gente pasó de estar todos apretados en los colectivos, trenes o subtes, a estar todos encerrados en sus casas.
Para ir al supermercado, ahora se deben respetar ciertas normas, como mantener una distancia mínima de un metro y medio entre las personas en la fila. Es obligatorio el uso de barbijos y alcohol en gel al ingresar a los comercios . Incluso en muchos comercios te toman a temperatura para poder ingresar.
Actualmente ella no trabaja, aunque estaba en sus planes hacerlo. Pero hoy solo pueden trabajar quienes lo hacen desde sus casas de manera online. El resto solo pueden hacerlo si su actividad figura en el listado de excepciones y obtienen el Permiso para circular. Su papá no entra en ninguno de estos grupos, así que por ahora n
o trabaja, cobrando solamente la mitad de su sueldo. Ella cuenta que están viviendo tiempos muy difíciles, ya que el dinero no les alcanza ni para la comida, la familia está compuesta por su mamá, su papá y sus tres hermanas, todas estudian y necesitan muchos materiales y son caros. Reciben algo de ayuda por parte de su abuela y sus tías, si bien todos están ajustados, tratan de ayudar con lo que pueden.
Una de sus tías trabaja en un sanatorio privado como enfermera de emergencias, ya varios de sus compañeros dieron positivo al COVID-19, ella gracias a Dios se mantiene sana. Su tío es policía y está expuesto todos los días, ya que realiza los controles en los peajes. Su abuela es enfermera domiciliaria y unos de sus pacientes debió ser internado de urgencia dando positivo al virus. Por tal motivo, su abuela María debió permanecer aislada por catorce días.
Realmente, se están viviendo en incertidumbre constante, como consecuencia de este nuevo virus. Este virus hace que muchas personas mayores recuerden lo que vivieron en la época de la dictadura. Antes no salían por miedo a que se los lleven para ser torturados y convertirse en desaparecidos. Ahora no salen por miedo a contagiarse.
Hoy la gente tiene pánico a un virus, que no se conoce y hay que ajustarse a las nuevas normas, sino podemos ser detenidos por la policía. Los comerciantes aprovechan la situación y aumentan demasiado los precios de las mercaderías. Muchas personas que vivían del trabajo informal se han quedado sin dinero para vivir.
El abuelo de Priscila solía contarle historias sobre lo que se vivía durante la época de la dictadura. Le contaba que cuando ibas a bailar, en la disco prendían las luces, entraba la policía o el ejército, y los ponían a todos contra la pared. Les pedían los documentos y con un poco de suerte no te llevaban por averiguación de antecedentes.
Priscila no podía creer que en esa época el salir a bailar era tan peligroso porque te podían agarrar los policías o el ejército, hoy en día las cosas son muy diferentes , como mucho te rebotan del boliche por ser menor de edad y tener un documento falso , a veces por discriminación. Pero hoy gracias al Covid-19 este rubro permanece cerrado.
Pasaron ocho meses de cuarentena, primero el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) ahora el DISPO (DISTANCIAMIENTO SOCIAL PREVENTIVO y OBLIGATORIO). Esto no significa que ya no exista el virus, solo hay más flexibilidad para que la gente pueda ir recuperando sus trabajos. En los restaurantes, por ejemplo, pude cenar afuera y no fue necesario un permiso especial para circular. Se deben tomar precauciones, pero eso no quita que siga habiendo contagios.
Priscila algunas noches se sentaba hablar con su abuelo para que le siga contando las historias que vivió durante la dictadura. La semana pasada le contó que en esa época viajar de noche en colectivo era una aventura, te podían parar en cualquier lugar, todos los pasajeros debían bajarse del colectivo y mostrar sus documentos. Debías explicar de dónde venías y a donde ibas. Si eras menor de edad te llevaban a la comisaría y debían retirarte tus padres. Comparado con la cuarentena, solo podían viajar el personal esencial.
Hoy le contó que en las escuelas a los hombres no se les permitía el uso de pelo largo. Los maestros y preceptores te negaban la entrada al colegio. Pero hoy las clases son online, por diferentes plataformas. El trabajo lo podías perder de la noche a la mañana y muchas veces sin derecho al reclamo ni indemnización.
Tampoco se podía caminar por la calle después de las 22 horas, porque si no podías justificar lo que hacías a esa hora en la calle te llevaban detenido. Hoy durante el ASPO, los comercios tienen horarios de apertura y cierre estrictos para evitar la acumulación de gente.
Ella continúa su relato hablando de las razzias. Se usaban colectivos fuera de línea, en los que levantaba a la gente que caminaba por la calle o que estaban en las paradas de colectivo. Los llevaban a una comisaría por averiguación de antecedentes, quedando detenidos sin cargo alguno por 24 horas. Contestarle mal a un policía era lo mismo que el suicidio, te llevaban a la comisaria y a base de manguerazos y golpes te hacían entender tu error.
Quizás muchas personas recuerden estas y algunas cosas más, esto le pasaba a cualquier hijo del vecino, no solo al que andaba en cosas raras. Al igual que hoy en plena cuarentena sigue habiendo robos, porque los ladrones existieron siempre, la diferencia era que durante la dictadura no se permitía la difusión de casos policiales, para que no se diga que existía la inseguridad, hoy también no se cuenta mucho para que la gente no entre en pánico.
En la época de la dictadura los hacían arrodillar los militares…no existía la democracia, pero en cambio hoy nos pone de rodillas un virus del que sabemos mucho y nada a la vez, que no discrimina sexo, edad, raza, cultura, status económico, etc. A medida que se alarga la cuarentena nos sentimos más cansados del encierro, pero seguro que en medio de esta situación tan compleja que nos toca vivir, algo seguramente aprendimos.
Hoy debemos tomar conciencia y ser prudentes. Que la gente que aún sale a caminar, a tomar algo, o se van de visita a lo de un familiar o amigo, deben tener empatía por el otro. Debemos cuidarnos usando los barbijos y tomar las medidas de prevención primero para cuidarnos a nosotros y así poder cuidar a los demás.
Priscila piensa que no hay que olvidar lo vivido en el pasado y lo de hoy tampoco. Para que el distanciamiento se acabe quédate en casa, por vos y por los demás, y así recuperar lo que no valoramos hasta ahora, un beso, un abrazo, encontrarse con la familia, con amigos…las pequeñas cosas que no se obtienen ni con dinero, ni poder, solo con salud, libertad y sobre todo tomando conciencia.
Priscila piensa en vos alta y concluye en que el cambio que queremos ver en el mundo comienza en nosotros y con nosotros…que en estos tiempos el despertarse y respirar es un verdadero milagro.
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