Un virus que arrasa con todo a su paso, parecía no tener tanta importancia cuando estaba del otro lado del océano atlántico. Poco a poco fue llegando a cada rincón del mundo y cuando nos dimos cuenta España tenía el sistema de salud colapsado, Inglaterra ampliaba la capacidad de sus morgues y Brasil cavaba fosas comunes. ¿Qué sentirías si tu familia estuviese en el auge del desastre? ¿Y si paulatinamente ves como esta catástrofe también te alcanza a vos?
Te presento a Lucrecia, desde su hogar en Parque Saavedra cuenta cómo viven sus seres queridos en Italia, uno de los países que ya sobrepasó a China en número de infectados por Coronavirus.
Lucrecia Angela Muti de 64 años es amante de la pastelería y de la familia. Los padres junto a su hermano, de nacionalidad italiana, luego de la segunda guerra mundial, decidieron venir en barco a Buenos Aires para empezar de nuevo. "No podría vivir en un lugar que no sea Argentina, pero un pedazo de mi corazón está allá" -relata.
Una tarde, después de ver las noticias decide comunicarse con unos de los tantos primos hermanos que tiene en Italia, los cuales le restan interés a la situación. "Están medio en las nubes”.
Mientras tanto, en Argentina las cosas parecen estar igual de calmas. Hasta ahora, 3 de marzo del 2020, solo se registra un caso de un hombre de 43 años el cual venía de Milán después de haber estado en Barcelona. Las autoridades comienzan a tomar medidas, pero no se las nota muy preocupadas al respecto.
La secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, resaltó : “seguimos en etapa de contención, un caso importado no cambia las condiciones”.
Creo que el objetivo de esa frase fue traer tranquilidad, pero algo me dice que le están restando importancia a algo que podría volverse mucho más peligroso. ¿No te parece?
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Volviendo a Italia, las cifras de personas infectadas fueron creciendo, estamos en 10 de marzo y se decidió que el país entra en cuarentena obligatoria, la Organización Mundial de la Salud ya registra 715 muertes y los números comienzan a ser alarmantes
Lucrecia vuelve a hablar con su familia, teniendo una comunicación más estrecha cuando todo comienza a complicarse.
"Ellos son muy sociables, muy de encontrarse en la calle, de conversar con los vecinos, como somos acá, muy parecidos. Por suerte se están cuidando muchísimo pero la situación está difícil" ´- remarca.
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La cuarentena comienza a expandirse por toda Europa. Ya en España, Francia, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Portugal, Grecia, las plazas cierran, no se pasea por los shoppings ni se va a comer afuera y ni se te ocurra juntarte con tus seres queridos. Salir se vuelve una situación que solo es válida si es sumamente necesaria. La libertad que antes percibíamos como algo fundamental, desaparece. Las mismas medidas son tomadas en el resto de continentes, pero en Argentina como en muchos otros países del tercer mundo, no es tan fácil aplicar el famoso “quedate en casa”.
Desde hace años, la economía de nuestro país cae al vacío y parece que ningún gobierno es capaz de detenerla. La pandemia era lo que faltaba para que la crisis logre representarse en su máxima expresión. Las autoridades ponen en evidencia que es “la salud o la economía”, hay que elegir entre salvar una y destruir completamente la otra. Aunque este discurso no tiene mucha lógica cuando eligiendo a primera opción, se le cierra la posibilidad de comer y vivir dignamente a millones de personas.
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Se asoma abril e Italia presenta 110 574 casos de infectados y 13 155 muertos. La situación empeora cada vez más, los hospitales colapsan y el personal de salud no da abasto.
"Lo toman como si fueran tiempos de guerra, ven pasar los camiones de los militares con muchos muertos que se asemejan a esa época. Se vive con miedo porque en su mayoría son parte del grupo de riesgo" - expresa Lucrecia con angustia refiriéndose a su familia.
Italia se encuentra en el puesto dos de países con mayor cantidad de infectados, por lo pronto el aislamiento obligatorio seguirá hasta mayo.
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Hace ya más de un mes que estoy encerrada, salí de una rutina para sumergirme en otra. Busco formas de entretenimiento y de sobrellevar este nuevo estilo de vida que llegó para quedarse.
Con el paso del tiempo comienzo a ver lo positivo, tengo tiempo para dedicarlo en mí y sobre todo aprendí que estas situaciones sacan el lado más repulsivo de la gente. Tal vez no suene muy lindo, pero podemos pensarlo como una forma de ver cómo son realmente las personas con las que convivimos en el país.
La primera gran polémica surgió porque el gobierno decidió hacer un acuerdo con los hospitales privados para que cedan espacio a los infectados por coronavirus. Las autoridades intentan estar preparadas para cuando llegue el pico máximo, los hospitales no colapsen como en otros países. A lo que la gente reaccionó con comentarios como:
-”No quiero que usen mi cama para los planeros”
-”El Brian y la Jenny van a tener acceso sin pagar, es indignante”
Entre otras opiniones que demuestran el clasismo y la poca empatía con la que debemos lidiar día a día en una Argentina que a pesar de estar hundiéndose, se sigue defendiendo el “sálvese quien pueda”.
Si lo pensamos bien, la clase baja no fue la que viajó a Milán y trajo el primer caso de coronavirus. ¿No son aquellos que hablan desde el egoísmo el verdadero problema?
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Lucrecia sigue comunicándose con su familia, pero mientras más avanza la situación, el desastre que se veía tan de lejos, ya está a la vuelta de la esquina.
“Estoy preocupada por el trabajo, esto no es Italia. Para ellos va a ser mucho más fácil levantarse porque son el primer mundo, económicamente nuestro país está muy mal”.
Creo que esa sensación de intriga y preocupación que plantea, la vivimos todos, aunque cada uno a su manera ¿Qué va a pasar mañana? ¿Y la semana que viene? ¿O el próximo mes? ¿Qué va pasar cuando todo esto termine? ¿Algún día va a terminar? Si tu respuesta a la última pregunta es sí, ¿Cómo estás tan seguro?
“No me angustia tanto por mí, sino por los que vienen atrás, mi hijo, mi nieta, mis sobrinos”
El hijo y la nieta de Lucrecia, viven en Mar del Plata. Él es un amante de la cocina como la madre y la nena, Camlia, la luz de los ojos de su abuela.
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Última actualización sobre Italia, hoy 27/04, 197 675 casos de infectados, 26 644 muertos y 64 928 de recuperados. Es esperanzador leer noticias en donde las cifras de fallecidos son menores a las que hace unos días nos presentaban. Aunque no hay que dejar de ser conscientes que no son solo números, sino miles de personas que pierden la vida.
Hace unos días, se cumplía el 75 aniversario de la liberación del fascismo y se podían ver videos en donde los Italianos cantaban unidos “Bella Ciao” para celebrar desde sus balcones. También, aviones militares sobrevolaban entretanto una Roma desierta para pintar en los cielos de la capital italiana los tres colores de la bandera del país; verde, blanco y rojo. Sinceramente, me pareció un escenario muy conmovedor.
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En cuanto a Argentina, el pico máximo todavía no llega, el gobierno y la gente están logrando achatar la curva incluso más de lo que se tenía pensado. Para plantearlo en números, 3879 confirmados, 1906 recuperados y 192 muertes.
La situación social y económica no es tan alentadora como los son estas cifras. Los femicidios aumentaron de forma alarmante, la clase baja no tiene insumos para protegerse del virus ya que a penas alcanza para el pan del día a día, los derechos de los presos siguen siendo vulnerados a pesar de que ya haya un caso en la cárcel de Devoto, el dólar está por las nubes al igual que el riesgo país.
Todas esas situaciones y más, existen en Argentina desde hace muchísimo tiempo, la pobreza, el hambre, los femicidios, la vulneración de los derechos. Pareciera que está tan naturalizado que a veces lo pasamos por alto. Pero... ¿Qué hubiese pasado si el Estado no esperaba a que llegue una pandemia para encargarse de estas problemáticas? ¿Qué hubiese pasado si se concentraban en abolir la violencia de género antes del desastre? ¿Y si se hubiese intentado reducir la pobreza? ¿O las condiciones de higiene en las cárceles cambiaban con anterioridad? Y por último, ¿En qué situación estarías ahora si la principal prioridad del Estado fuese cuidarte?
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A pesar de estar en cuarentena y que todos los días parecen ser iguales, hoy es domingo y mis domingos se asemejan a los de antes que todo esto empiece. Si en la semana no hago nada, hoy voy a hacer menos que nada. Estoy pasando el tiempo viendo un par de entrevistas y me gustaría hacer una reflexión sobre algo que dijo Darío Sztajnszrajber en el programa de Mirtha.
“El aislamiento es una obligación que nos toca a todos. Todas las casas por igual tienen que cumplir con esto pero no todas las casas son iguales”.
También Darío menciona que estamos en una igualdad política en la que todos cumplimos con la cuarentena, aunque esto no implique una igualdad social. Creo que esta es una frase que nadie puede contradecir. Está siendo expuesta la realidad de millones de personas y esto es indiscutible. Por otro lado me lleva a pensar que la pobreza también lo es, el hambre y la vulneración al derecho a una vivienda digna son verdades indiscutibles que podemos ver si caminamos no más de dos cuadras. Podemos plantearlo como un juego de mesa, por ejemplo…
Supongamos que una tarde te juntas con tus amigos a tomar mates, se aburren y ves que tenés un ludo viejísimo dando vueltas desde la última mudanza, deciden jugar. El objetivo y las reglas son iguales para todos, llegar a la casilla final con las 4 fichas. Empezás tirando los dados y sacaste un dos, no podes salir. Sigue tu amigo (El amarillo) y le sale un seis, saca una ficha y vuelve a tirar, sorpresivamente le sale de nuevo el mismo número y avanza las casillas correspondientes volviendo a lanzar por última vez, en esta ocasión le tocó un uno así que decide sacar una ficha más de la casita.
Cuando le toca al verde, te das cuenta que tiene tres de las cuatro fichas que le corresponden, los colores fueron seleccionados de forma aleatoria y no tuvo la posibilidad de elegir un equipo, claramente no puede ganar si no llega con las cuatro. Entre todos podrían buscar la ficha faltante para estar en igualdad, él intenta hacerles dar cuenta de esta desventaja pero ni a vos ni a tus otros dos amigos les interesa mucho que el equipo verde gane, así que siguen jugando. Saca un cinco, no sale y va el siguiente. La partida continúa y te das cuenta que cada vez que lográs avanzar un poco, tu amigo el amarillo saca un seis, y te come la fichita devolviéndola al inicio, lo mismo hace con los otros dos jugadores. Te sorprende que tenga tanta suerte y decidís preguntarle cómo puede siempre obtener el número que necesita, él te responde que es casualidad. Lo que vos no sabés es que tu amigo vive jugando a los dados, ya se vio varios videos en Youtube para aprender a sacar el lado que necesita y tiene estudiado cada uno de sus movimientos con una clara ventaja por sobre ustedes. Claramente, por lejos la victoria se la llevó él.
No fue un juego justo, pero nadie hizo nada para que lo fuera desde un inicio. Ignoraste a tu amigo al que le faltaban fichas y tampoco le pusiste un freno al ganador cuando veías que todos sus movimientos eran acertados perjudicándote a vos y a tus amigos.
Saliendo un poco del ludo, imaginemos que el tablero es la vida misma. La meta son todos esos sueños que podés lograr donde tus derechos se cumplen, tenés estabilidad económica y vivís una vida plena tal y como la mereces. Después están los jugadores que representan a la sociedad que te rodea. El verde ya te habrás dado cuenta, podría ser el señor que ves todas las mañanas con un colchón en la calle, podría ser también la piba con la mitad del cuerpo quemado gracias a su ex pareja que cuando te pide una moneda en el subte mirás para otro lado, incluso los nenes que pasan por cada uno de los asientos intentando venderte las planchas de stickers de Hello kitty y Spiderman a los que ves con cara de lastima y con suerte le das lo que te sobra del paquete de galletitas...
Por último tenemos al amarillo, la representación máxima del egoísmo y la avaricia. Aquel que fue tu amigo para decirte que no ayudes al jugador verde, pero a la primera que te descuidás, aprovecha y te come todas las fichas para que vos tampoco puedas llegar a la meta.
Puede que si todos hubiesen jugado como corresponde, algunos se quedaban atrás, pero estás seguro y tranquilo de que todos tuvieron las mismas posibilidades de ganar.
Si hablamos de la realidad ¿Tenés esa misma certeza?
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