Una pandemia, en donde la única alternativa válida, para prevenir los contagios, es el aislamiento, es una situación crítica, que nos afecta a todos, desde los fenómenos más simples a nivel individual (alimentación, sueño, ánimo, afectividad) hasta los márgenes más amplios de los contextos psicosociales, económicos y políticos. Por más resguardados que estemos, estamos inmersos en el drama.
Suena el teléfono, miro el reloj del celular y son las 2 am, escucho a mi vieja que se viste y sale de mi casa. Es médica, trabaja en un hospital en la Ciudad de Buenos Aires, hace meses que dejo de abrazarme, me dice que en los días de hospital intenso, mejor no estar muy juntos y mantener cierto distanciamiento social. Los trabajadores de la salud, tienen altas posibilidades de contraer el virus por la exposición que tienen.
Hace casi 90 días que miro el mundo por una rendija.
Cuando llega le pregunto a mi vieja, médica especialista en psiquiatría, como están las cosas, en su trabajo. Y me cuenta, que crecieron los niveles de tensión en la población. Que hay mucha sobrevaloración o subestimación (negación) de la posible epidemia, que se potencian características humanas preexistentes (positivas y negativas) , aparece mucha ansiedad, tensión, inseguridad y vigilancia obsesiva de los síntomas de la enfermedad, también aumentaron los miedos, sentimientos de abandono y vulnerabilidad , hay necesidad de supervivencia, pérdida de iniciativa , surgen liderazgos espontáneos (positivos o negativos), como por ejemplo “Los Anticuarentena, como grupos cuasi delirantes, virulentos y derechosos, junto a veganos extremos . Aparecen conductas que pueden oscilar entre: heroicas o mezquinas; violentas o pasivas; solidarias o egoístas − Adaptación a cambios en los patrones habituales de vida: restricciones de movimientos, uso de máscaras, disminución en los contactos físicos como consecuencia del aislamiento. Ansiedad, depresión, duelos, estrés post- traumático, crisis emocionales y de pánico, reacciones colectivas de agitación, descompensación de trastornos psíquicos preexistentes, trastornos somáticos de origen psíquico Conductas agresivas y de protesta contra autoridades e instituciones. Actos de rebeldía y/o delincuenciales − Secuelas sociales y de salud mental: depresión, duelos patológicos, estrés postraumático, abuso de alcohol y drogas, así como violencia.
Los especialistas dicen, que tenemos que mantener nuestras rutinas diarias, de ejercicio físico, alimentación, hábitos saludables, los contactos sociales, nuestros amigos, nuestra familia, todo en forma virtual, que debemos dormir bien, no sobre informarnos. Me suena casi a crear una burbuja dentro de otra.
Yo siento la vida, suspendida, en pausa.
Aunque la Argentina tiene una historia de crisis, no implica que la población esté
acostumbrada a atravesarlas sin "muletas farmacológicas", como las pastillas para
controlar la ansiedad ante los problemas y el temor ante el futuro. La demanda
de estos medicamentos este año alcanzaría los 132 millones de unidades, casi
70% más que hace siete años.
La especialista en psiquiatría, me cuenta, que en las crisis y la incertidumbre, el
consumo de psicofármacos (clonazepam, fluoxetina) "se dispara" y advierte que
los demandan incluso "quienes, por la sintomatología, creen que los necesitan".
Subraya que ese alza está muy vinculada a la "facilidad de acceso" a estas drogas.
Ya se cuenta -con datos a junio- la venta de medicamentos en general cayó
14,9%, pero la de psicofármacos "se mantienen y hasta aumentan”
Me pregunto, cuándo volveremos a la normalidad, a un nuevo orden de normalidad normal, mientras tanto me imagino, que las industrias, tienen pensado, hacernos sonreír así.
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