Estamos al día 13 de junio, los medios de comunicación hablan de los casos en las diferentes provincias, cuantos infectados y cuántos fallecidos. En las redes sociales se ve tanto el pánico por la pandemia como la despreocupación de la gente, que se juntan con sus amigos, salen de sus casas y pasean por la ciudad. Un total caos.
En Formosa, donde viví 13 años de mi vida, hasta hace dos días no había un solo caso, la provincia estaba libre de riesgo por lo cual la gente se juntaba a comer, y salían a hacer las compras sin barbijo, cuidándose, pero poco, tomaban al virus como un chiste y pensaban que nunca iba a llegar. Hace dos días llegó una señora de Buenos Aires, Quilmes a Formosa, por trabajo, covid positivo. La gente se empezó a quejar y a hablar mal del gobierno y de esa pobre señora. Si, estaban en cuarentena, pero no la cumplían, ahora hay 2 casos positivos y no saben si hay más infectados. Me hace pensar en la desobediencia humana y en como al minuto en el que las cosas se ponen feas la gente critica y habla sin saber. Con mi mamá veíamos tweets de formoseños y nos daba un poco de gracia y pena, algunos ignorantes y otros inteligentes contando que no habían salido de su casa más que al kiosco de la esquina.
Acá hacemos lo mismo, nos quedamos adentro y no vemos a nadie más que por videollamada, cocinamos, miramos películas y hace unas semanas encontramos una actividad que podría llegar a ser nuestro nuevo hobby, armar rompecabezas. Puede ser relajante como frustrante, depende el tiempo que te lleve o si encontras una pieza clave o no.
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Hace poco el gobierno permitió que la gente salga, dependiendo el número final del DNI, si es par solo se puede salir los días par y si es impar, los días impar. Obviamente solo para lo necesario y con los cuidados correspondientes. También se abrieron varios comercios como locales de ropa. Mamá me dijo para ir, algún día, si tenía ganas. Para salir un rato más que solo a pasear al perro; cuando salgo veo gente por todos lados, lo que me parece raro dada la situación por la que estamos pasando, pero al mismo tiempo lo entiendo y empatizo con la gente al querer salir un rato a dar una vuelta, sentir el sol. Por ejemplo, la gente que sale a correr por Palermo, sinceramente pienso que salen solo porque pueden hacerlo, entiendo que necesiten mantener un estado físico, pero no veo la necesidad de ir a hacerlos todos al mismo lugar, me parece egoísta.
Tengo que admitir que da un poco de miedo salir, ¿qué pasa si hay gente asintomática con el virus? ¿O alguien que no sabía que estaba infectado y salió sin saber? Voy a pensar si salir o no, porque tengo ganas, mucho tiempo encerrado no hace bien. Igualmente, no ver el mundo exterior te vuelve un poco creativo en cuanto a actividades para hacer en casa, nos desesperamos por divertirnos a nosotros mismos que inventamos nuevos juegos, o formas de hacer nuestro encierro más llevadero.
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Hable con un par de amigas que me dijeron que la están pasando bomba porque no les gusta ir al colegio, a pesar de que sus vidas fuera del colegio no eran muy distintas a ahora que estamos en cuarentena, era ir de sus casas al colegio y viceversa, a lo que estar encerradas las hizo repensar sus estilos de vida y cito “me di cuenta que mi vida no es tan divertida ni emocionante si no voy al colegio, tal vez no es tan malo, la paso bien con mis amigos y aprendo cosas tanto útiles, como no”, otra me dijo su opinión en cuanto a las tareas y las clases virtuales “la verdad no me gusta que me den tantos trabajos, no creo que la cantidad de trabajos que nos den ahora los hagamos en una situación normal de clases presenciales, pero bueno, yo los hago igual porque no me queda otra y la responsabilidad la tengo. Y las clases por zoom o videos que nos piden, los odio. No me gusta grabarme, me da vergüenza y no se expresarme porque me pongo nerviosa.” Ella es de Formosa, ahí les piden que se graben y manden videos de ellos como simulando una lección oral. Tienen una dinámica distinta para hacer tareas, pero no creo que nadie esté haciendo nada, conociendo a mis amigas y a la gente de allá.
Después, hablé con Luciana, mi amiga de otro colegio, y veo muy importante su punto de vista y forma en la que vive la cuarentena; me dijo: “estar encerrada y sin ver a más que a mí mamá por tanto tiempo, hace que mi cabeza esté a mil. Pienso en lo bien que estaba en el colegio, pienso en cosas que antes no pensaba, estar encerrada y sin hacer nada en todo el día hace que mi cabeza se imagine cosas, para des aburrirse supongo, pero no son cosas lindas, no entiendo esa necesidad de la mente de pensar e imaginar escenarios horribles, acerca de mí, acerca de la gente y de nuestro alrededor”. Esto hace que piense, que importante es la salud mental, a la gente parece no importarle, no la entienden y no le prestan atención, pero la realidad es que la salud mental es igual o más importante que la salud física. Podemos ser personas sanas, que nuestro sistema respiratorio funcione bien, o que nuestros pulmones funcionen perfectamente, pero, ¿qué pasa con los pulmones de la mente? (ya sé que no tenemos pulmones en la cabeza, pero creo que se entendió) Si nuestra salud mental no está bien, nosotros no estamos bien y nada está bien. Cuidar a nuestros pensamientos es importante, y creo que en la cuarentena aumenta el nivel de ideas que corren por nuestra mente. El temor a una nueva enfermedad, la pregunta del “¿qué va a pasar? ¿cómo vamos a seguir?” asusta y genera miedos. Especialistas nos dan consejos a qué hacer para no activar ningún tipo de ansiedad o para estar más tranquilos, como evitar mirar tanto las noticias, o solo informarnos a través de páginas oficiales, mantener hábitos saludables como comer buena comida o salir a caminar, aunque sea una vuelta a la cuadra, rodearnos de gente que nos pueda distraer, ya sea actividades con las personas que convivimos o virtualmente con amigos. Me parece bien que la gente sepa que hacer o no hacer, o sólo estar conscientes de que nuestra salud mental tiene que ser atendida tanto como nuestra salud física.
En cuanto a mí, no entiendo a la gente que no quiere volver al colegio, no digo que me fascine levantarme a las 6 de la mañana todos los días para ir a estudiar, pero si siento que no es lo mismo aprender desde casa, frente a una computadora que a tener a una persona enseñándote en frente tuyo. Pero bueno, cada uno con sus mambos.
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A un par de semanas del primer caso positivo de coronavirus en Formosa, ya hay más de 40 casos más. A algunos de los infectados los mantienen en un centro de aislamiento, un lugar muy chico y pobre, descuidado y en malas condiciones, que trataron de arreglar un poco por la llegada de cada vez más gente; en una localidad cerca de Formosa capital, junto con la gente que ingresa a la ciudad, que también tienen que cumplir con la norma de aislamiento. La gente sigue criticando y hablando mal. Hay algunos que no esconden como se sienten respecto a los infectados, publicaciones y malos tweets se ven por todos lados. También hay gente que empatiza, saben que hay personas que tiene que viajar por trabajo y no les queda otra, y terminan infectados. De igual manera, y a pesar de saber la cantidad de gente infectada, los formoseños siguen vida casi normal y se reúnen de vez en vez a tomar unos mates o charlar de cualquier cosa. Porque son así, descuidados algunos, otros más conscientes de la situación de riesgo que estamos viviendo. Respeto a la gente que se queda en sus casas, que son pocas, porque no ponen en peligro a nadie y piensan en el hecho de que no hay que cuidarse a uno mismo sino también al prójimo. Mi abuela, que vive allá, me cuenta que cuando sale al supermercado ve tanta gente que le da miedo y vuelve más tarde. Ella, que es una señora grande, toma más precauciones que la gente joven, que pueden pensar y darse cuenta de que lo que hacen es egoísta. Es triste pensar que nuestra generación es así, tan descuidada y que hacen lo que les importa sin pensar en los demás, ni en uno mismo por lo visto. Me gustaría saber que piensan más jóvenes de allá, si les interesa el virus, si se queman o no la cabeza acerca del que podría pasar o qué podría salir mal si siguen juntándose con sus amigos como están haciendo, pero no me quedaron muchos amigos a los cual preguntarles.
Al final, somos nosotros los jóvenes los que tenemos el poder de cambiar algo en el mundo, nosotros, los que nos ponemos de pie y peleamos si vemos injusticias, que nos ponemos en contra de cualquier mal que ocurra, si así nos parece. Somos nosotros, los que tenemos las herramientas para cambiar, para ayudar a los demás y concientizar a quienes lo necesitan. Sin embargo, hay algunos que no lo ven, y es triste saber que muchos no se dan cuenta de quienes son y qué papel cumplen en esta sociedad.
Igualmente, si hablamos del coronavirus, es algo que está más allá de nosotros, pero no tan lejos. Es un enemigo que tenemos que derrotar y pelearlo de la manera más útil que encontremos. No bajar los brazos y hacer entender a la gente lo que se debe hacer y qué medidas tomar. Y ayudarnos y cuidarnos a nosotros mismos y al prójimo es la clave para hacerlo.
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