Ella se llama María, tiene 75 años y es paciente de riesgo.
El día 4 de abril del 2021 por la tarde, le llegaba a su celular una gran noticia.
Desde la app móvil “vacunate PBA” brindada por el gobierno de la nación para registrar la solicitud de aplicación de la vacuna contra el virus “covid-19”, le llegaba un mensaje que indicaba el lugar, la hora y la fecha de el día que por fin le llegaría su turno de vacunación. Ese día era el 7 de abril a las 15 hs., donde podría concurrir con una acompañante, que al caso vendría a ser su hija Patricia de 45 años.
Día 7 de abril a las 14 hs: empieza a arreglarse. Se maquilla y se viste con ropa que no es de estar en casa, incluso podría agregar que se veía bastante formal; la entiendo muchísimo con el encierro y en este contexto horrible, ir a vacunarse se vuelve EL evento. Todxs lxs abuelxs fueron bien arreglados y coquetos a vacunarse haciéndole frente al virus y me parece perfecto. Ese mismo día a las 14:30 hs. ya estaba lista para ir a inmunizarse, y en auto, recurrieron al hospital. Al llegar se toparon con una larga fila de otrxs abuelitxs que allí esperaban.
Al finalizar, se fue a su casa y debido a los posibles ya anunciados síntomas post-vacuna, por lo cual, al cabo de unos días habría que verificar que ella esté bien y sana.
El día 9 de abril a las 16 hs., dos días después de la inmunización, su hija fue a visitarla y estaba espléndida. No tenía síntomas y la felicidad de por fin sentirse un poco más alejada del riesgo seguía intacta. Sin temperatura y súper enérgica se encontraba en el interior de su casa. Después de conversar un rato, ambas coincidieron en que esperaban que pronto se pueda vacunar la mayor cantidad de gente posible y en que querían que esto se termine inmediatamente así podrían volver a abrazarse una vez más.
Ahora sólo le queda esperar la próxima dosis y ver como siguen las cosas mundialmente, pero ya con un poco más de tranquilidad con respecto a su salud y a su bienestar.